jueves, 19 de julio de 2012

Exportan el ají

Crecen los cultivos y las variedades de ají, sobre todo en los alrededores del Chaco chuquisaqueño y cruceño, y la producción a gran escala se abre paso a la exportación a los mercados de Estados Unidos.
Bolivia y Perú son el centro de origen del ají. Con el paso del tiempo esta especia fue llevada a los restantes cuatro continentes y hoy es uno de los condimentos más consumidos por la gente.
El ají, ya se exporta a España y en los últimos días se enviaron las primeras muestras a Estados Unidos. Se esperan pedidos a corto plazo del producto deshidratado y molido.

En el corazón del Chaco se ha instalado el Centro de Investigación e Innovación Tecnológica Agrícola Iboperenda, que depende de la Gobernación de Chuquisaca. Esta institución desarrolla intensas prácticas en variedades de maní y ají, además de maíz y otros productos.
El ají mantiene su precio en un promedio de entre Bs 100 y 150 por arroba. Los productos derivados en Chuquisaca tienen que ver con el ají en polvo y ají en pasta; el kilo se vende a Bs 50.

Chuquisaqueños aportan el 90%, pero falta tecnología
Alrededor del 90% es la producción de ají en vaina que aporta el departamento de Chuquisaca a escala nacional. Ahora, el mayor desafío que tienen los productores es la incorporación de tecnología para sustentar su crecimiento y acceder a más mercados externos.

Don Celso Padilla, un agricultor que trabaja la tierra desde hace más de 30 años en su natal Muyupampa, es uno de los que insiste todos los años en la liberación de variedades de ají a través de la clasificación de semillas, pero se queja por la falta de hornos de secado y máquinas moledoras para convertir la vaina hidratada en polvo.

Don Celso cree que si el proceso de mecanización avanza, a corto plazo la materia prima sería transformada en mayor volumen y el kilo de ají puede cotizarse hasta en Bs 50.

En los últimos años la Fundación Proinpa liberó dos variedades de ají: el dulce de Huacareta y el picante del Pedernal. En la actualidad la superficie cultivada en todo el país no supera las 2.000 hectáreas.

El rendimiento promedio en los valles de Chuquisaca es de 100 arrobas por hectárea, pero en el Chaco este rendimiento supera las 150 arrobas por hectárea.

Desde hace cinco años, fruto de la migración y el cambio climático, el número de agricultores productores de ají no supera las 2.000 personas. Sin embargo, en todo el agronegocio del ají a escala nacional se estima que existe alrededor de unas 10.000 personas involucradas.

Instituciones como la Fundación Proinpa han trabajado en mejorar la calidad e incrementar los rendimientos y se ha exportado alrededor de cinco toneladas a España.

La demanda del mercado nacional para el ají supera las 4.000 toneladas por año, pero cuando hubo déficit del producto y escasez en los mercados del país, se importó ají peruano en cantidades moderadas.

Enlace: www.agroingeniero.blogspot.com/

Historia del Ají

Articulo tomado del periódico paceño “La Razon” sobre el libro “Su majestad, el Ají” de Rita del Solar y Lupe Andrade


El ají le da fuerza y sabor a la vida”, comenta Andrade. “El ají es lo más importante que tenemos en la comida boliviana”, remarca Del Solar. Ambas maestras del arte de la cocina coinciden en que este documento tiene la misión de que los bolivianos reconozcan como suyo a este alimento apreciado en la gastronomía de todos los confines del planeta —al igual que la papa y la quinua— y que las ayuden a que el orbe sepa lo mismo.
Ellas sustentan su investigación en las técnicas del ADN. En las pesquisas realizadas en los años 70 del siglo pasado por el botánico estadounidense W. Hardy Eshbaugh, que hoy imparte su experiencia en la Universidad de Miami, en Ohio. Éste halló la semilla de una especie de ulupica, la “planta madre de todos los ajíes” del género Capsicum, aquellos que pican porque tienen el químico capsaicina.
El área del descubrimiento se ubica en el triángulo que forman Aiquile, Comarapa y Villamontes, en los misteriosos valles andinos librados de heladas, y rociados y bendecidos por lluvias moderadas y temperaturas cálidas. El gen de esta especie silvestre que promovió la proliferación de otros ejemplares similares y “domesticados” en otros sitios cercanos y lejanos, fue sometido a pruebas de germoplasma, laboratorio y ciencia pura que avalan la hipótesis de Hardy.
Más aún, confirman la milenaria presencia del ají en territorio americano. Así lo afirma el libro de Del Solar y Andrade, ya que hay vestigios arqueológicos, entre restos de comida y semillas, que demuestran que este condimento era parte de la dieta de los habitantes de este continente, que incluso acompañaba a los difuntos a su última morada. El mundo andino le dio el nombre de uchu (quechua) y waika (aymara) y los incas lo tuvieron en alto: llegó a ser usado como moneda, para el trueque.

El semidios Uchu de los incas:
Los incas también lo utilizaron como tratamiento medicinal o para sus rituales. Pero su adoración tenía razones divinas. Según el estudioso peruano Eduardo Guillén, uno de los ocho primeros incas que vinieron al mundo se llamaba “Uchu”, ají. Aparecieron de una abertura en la montaña y se instalaron en el lago Titicaca, en Tiwanaku. Incluso la “limpieza del alma y cuerpo” entre los de esta cultura sólo se lograba dejando las cosas terrenales más importantes de la vida, entre ellas el ají.
Desde el corazón de la Bolivia prehispánica, los pájaros se encargaron de la emigración de las variedades silvestres de este condimento, “y luego miles de experimentos agrícolas y culinarios, se expandieron por el continente americano, hallando a sus más famosos adoradores en lo que hoy llamamos México pero llegando más allá, hasta cubrir extensas zonas de Norteamérica”, explica el libro. No obstante, faltaba que esta delicia cruce los mares hacia otros confines, y eso se dio desde 1492.
Cristóbal Colón ayudó para ello con su llegada al Nuevo Mundo. El navegante genovés que en realidad buscaba una nueva ruta de comercio para que las especias arriben a las mesas europeas, se encontró con América y sus riquezas, entre éstas el ají caribeño o “axo” (de donde viene la palabra ají), que mal llamó “pimienta”; llevó esas plantas y semillas a su continente, y no tardaron en conquistar a África y Asia. La expansión del ají se había consumado.
Sin embargo, el condimento tardó de sentar supremacía en Europa, a diferencia de lo sucedido con la papa, que se convirtió raudamente en alimento imprescindible de la dieta de sus habitantes. “El ají está ahora en los platos de los cincos continentes, porque está en la comida tailandesa, la comida india, la comida mexicana y, lógicamente, en la boliviana y la peruana; todos usan el ají, porque es el que le da sabor, es el alma a la comida. El ají es muy importante en el mundo”, señala Del Solar.
“A la gente le ha encantado nuestro hallazgo, lo ha catalogado novedoso. Muchos me dijeron que igual están probando las recetas del documento, que lógicamente llevan ají (leer algunos en la página siguiente). Y otros me comentaron que no sabían que el ají es bueno para tantos aspectos de nuestra salud, una medicina fantástica con valores nutritivos, y se hacen más estudios para desentrañar sus efectos curativos. Me parece que en esto hicimos una contribución real”, añade Andrade.

La eficaz medicina picante:
La afirmación de Andrade no es gratuita. El ají ha demostrado ser un doctor multiespecialista. En ello tienen que ver los elementos que lo componen. Por ejemplo, un estudio del locoto realizado por el Ministerio de Salud del Perú determinó que este alimento contiene agua, hidratos de carbono, proteínas, fibra, calcio, fósforo, hierro, niacina (que ayuda al aparato digestivo, la piel y los nervios), riboflavina (buena para el crecimiento corporal y la producción de glóbulos rojos), entre otros.
Las autoras se apoyan en estudios médicos para asegurar que el ají tiene más vitamina C que los cítricos, es bajísimo en calorías y que puede ser usado en el tratamiento de artritis, asma, arterioesclerosis, presión alta, bronquitis, problemas circulatorios, resfrío, congestión, depresión, obesidad, neuropatía diabética, fatiga, males cardíacos, migrañas, indigestión, hemorroides, laringitis, dolores bucales, náuseas, sangrado nasal, flebitis, pleuresía, reumatismo, amigdalitis, várices, herpes zoster…
Sus bondades se extienden a la reversión de la caída del cabello y se habla de que tiene el don de calmar el dolor, como anestésico dental. Para desentrañar otros secretos de este alimento se fundó la “Universidad del Ají” en Estados Unidos, la New Mexico State University, que apunta al mejoramiento de la producción y calidad de los ajíes; trabaja durante 20 años y creó 25 nuevas variedades, incluyendo al ají negro y naranja para Halloween, y uno rosa y blanco para el Día de los Enamorados.
Ahora los ratones tienen la clave para desvelar una cura para el cáncer gracias a la capsaicina que poseen los ajíes. Lo informó la Asociación Americana de Investigación de este mal, que hizo eco de las averiguaciones del doctor Russell Vanderboom, que sostienen que este químico del condimento puede erradicar las células cancerígenas de los infectados. Es un empiezo que tiene como protagonista a este alimento que tiene sus raíces en el triángulo que une Cochabamba y Chuquisaca.
En el ámbito de la medicina tradicional, el ají en sus variopintos especímenes es apreciado por los reconocidos kallawayas o curanderos de la localidad paceña de Charazani, que lo utilizan en sus brebajes, sea para el tratamiento contra los dolores, las úlceras, la fatiga, el “susto” expresado en depresión y ansiedad, las “llagas supurantes”, la dismenorrea, la falta de apetito, entre otros. Una herencia que tal vez pueda remontarse a los mismísimos incas, que es legada de generación en generación.
Pero Andrade y Del Solar no se quedan ahí, sino que muestran en su libro que el ají también sirve para lidiar contra el crimen, ya que la capsaicina es el principal ingrediente de los sprays o irrigadores lacrimógenos caseros que son llevados en los bolsos de damas para enceguecer y desorientar temporalmente a los ladrones que se cruzan en su camino; y también este elemento se encuentra en las armas químicas que emplean los policías para controlar las turbas que atentan contra el orden público.
En el planeta, Asia concentra la mayor área cultivada de ají, y tiene a China como la máxima proveedora. En América, hay importantes extensiones en Colombia y Honduras. Pero en el país de su génesis, en Bolivia, casi 90 por ciento de su producción se encuentra en Chuquisaca, en los municipios de Huacareta, Muyupampa, Monteagudo, Padilla, El Villar, Villa Serrano, Tomina, Alcalá, Azurduy y San Lucas, según la Fundación Valles; lo restante se lo reparten entre Tarija, Cochabamba y La Paz.
Las autoras probaron el sabor de los ajíes de Huacareta, Padilla y Azurduy; los cochalas de Mizque, los chaqueños de Yacuiba o Caraparí, los paceños de Palca y Mecapaca, los aribibis del Beni, los chinches de Santa Cruz, las ulupicas de Río Abajo, para confirmar de que todos tienen su encanto, sus virtudes; porque si hay algo en lo que estos condimentos son rebeldes, es en evitar ser parecidos entre los de diferentes regiones: unos son más picantes, otros más largos, redondos y/o chuecos.

Otra revelación:
Ahora, Andrade y Del Solar hilvanan otras investigaciones igual de reveladoras. “Tenemos entre tres y cuatro proyectos parecidos”, anuncia la primera. La segunda se anima a hacer un adelanto más provocativo: “Todavía es un secreto, pero el último trabajo que estamos preparando creo que va a ser publicado en un año. Trata sobre otro alimento que estamos seguras de que es boliviano, no puedo decir su nombre, pero lo usan en todas partes del mundo”.
Por ahora, disfrutan de haber demostrado que el ají es un regalo que nació en los valles bolivianos. Ese condimento que acompaña a los comensales en sus momentos de tortura y placer, sea en forma de ulupica, de locoto, de vaina, o preparado en una llajua con quirquiña y huacataya, o en un chile mexicano, o en una salsa picante asiática. Ese picante que llevó a la tumba a Hermenegildo Fernández y su madre.

Enlace : http://www.la-razon.com/version_es.php?ArticleId=773&EditionId=2636&ids=99

sábado, 14 de julio de 2012

Padilla busca dominar el mercado del ají

El municipio de Padilla, en el departamento de Chuquisaca, pretende ser el primer proveedor de ají del país. Junto a los municipios de Villa Serrano y Monteagudo, Padilla pretende abastecer el mercado nacional del ají, hoy copado hasta en 70% por el ají peruano. Se aspira, además, a exportar el producto en diferentes formas de presentación. La meta de abastecer completamente el mercado nacional del ají tuvo importantes avances en los últimos años, según el alcalde Salazar: de un 85% que antes ocupaba el ají peruano se logró bajar al 70.
Por otra parte, según la Fundación para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario de los Valles (FTDA-Valles), organismo impulsor de la producción del ají en Chuquisaca, el incremento de este cultivo en la región logró que “hoy, el 100% de las empresas procesadoras de ají en Bolivia usen exclusivamente ají nacional”.
El incremento de la producción del ají chuquisaqueño en gran medida se debió a la innovación tecnológica aplicada desde el año 2002.
La Fundación Valles informó que por lo menos en los municipios de Villa Serrano, Padilla y Monteagudo se produjo un incremento del rendimiento de los cultivos de ají, en un promedio del 56%. Este aumento de la productividad se debió principalmente a que el 73% de los productores adoptó nuevas tecnologías en el cultivo y cosecha del ají. A la fecha, en los tres municipios existen 1.200 familias beneficiadas con el desarrollo de esta actividad, que en términos concretos se traduce en el incremento de hasta un 75% del ingreso que estas familias perciben por el ají.

Tradicional fiesta del aji en Padilla-Sucre

HISTORIA:
La Fiesta del Ají se realiza en Padilla desde 2002 con el propósito de posicionar el ají boliviano como producto de calidad para la exportación y fortalecer a las organizaciones involucradas en su producción. Con el transcurso de los años, la fiesta también incluyó la producción de maní.Padilla escenario de la décima primera versión de la “Fiesta del Ají y el Maní”, tuvo la presencia de más de 18 organizaciones y asociaciones de productores de estos rubros y otras 19 organizaciones que expusieron transformados y otras actividades productivas como, licores de frutas, masa pan, chicha, gastronomía y artesanías.Con ello, nuevamente se dé un importante impulso a la productividad de las regiones del C entro y Chaco de Chuquisaca.

ENCUENTRO DE NEGOCIOS:
La Fundación Intercultural Nor Sud junto a la alcaldía Municipal de Padilla, son la organización que ultima
detalles para acoger a un centenar de visitantes y expositores que desde diferentes municipios confluyen en esta población para intentar cerrar acuerdos de venta del ají y del maní, conocidos a nivel nacional.Así lo informó el ingeniero agrónomo Nino Calisaya “es una iniciativa que impulsamos, para que el vendedor se contacte directamente con el comprador” quien invitó a “potenciales compradores y también a aquellos que
ofrecen insumos, semillas y otros rubros” a trasladarse hasta Padilla, la misma sirve también de plataforma de intercambio comercial y cultural.
La fiesta culminó con la entrega de reconocimientos y estímulos a los participantes, otorgados por el gobierno municipal, el domingo por la tarde, se premio a los mejores expositores de todas las categorías. Además del fuerte compromiso de los auspiciadores para continuar trabajando con la innovación participativa el año 2013, a fin de alcanzar el desarrollo agrícola en el municipio de Padilla.

ASOVITA

MISIÓN DE ASOVITA
"Somos una organización económica campesina sin fines de lucro, conformada por asociaciones de Alcalá, Sopachuy, El Villar y Tarvita; comprometidas con el desarrollo de nuestras familias y regiones, y dedicadas a ofrecer a nuestros clientes productos naturales de calidad."

VISIÓN DE ASOVITA
"Ser una organización sólida con autogestión y autosostenibilidad, reconocidos en el mercado nacional como la mejor alternativa, y satisfacer a nuestros clientes con los productos que ofertamos."

• Fundación ACLO Regional Chuquisaca ejecutaba el programa de Desarrollo de capacidades Productivas (1999 a 2001).
• Se ha identificado el potencial productivo en los 4 Municipios de Chuquisaca Centro, con 6 cultivos excedentarios y estratégicos.
• Además los productores son victimas del engaño en el peso precio de sus productos y que es necesario organizarse en asociación para obtener buenos precios y mejorar las condiciones de las familias.

En los años 2001 a 2002 se constituyen tres asociaciones productivas en los municipios de Alcalá, El Villar, Sopachuy y Tarvita, con el fin de trabajar organizados para mejorar su producción y llegar al mercado.
  • APROCMI: Asociación de Productores Agrícolas, Pecuarios y Forestales de la cuenca del Río Milanés, con 217 socios de Sopachuy y Tarvita, fundada el 29 de junio de 2001.
  • APAFAM: Asociación de Productores Agropecuarios y Forestales de ají y maní El Villar, con 224 socios, fundada el 11-03-2002.
  • APA: Asociación de Productores Agropecuarios de Alcalá, con 266 socios, fundada el 15-05-2002.
  • APASTA: Asociación de Productores Agropecuarios de San Pedro Tarvita, con 80 socios, fundada el 24 de febrero de 2006.
  • El nombre de la asociación campesina, ASOVITA, proviene de las primeras letras del nombre de los municipios Alcalá, Sopachuy, Villar, Tarvita.

    La Asociación Campesina ASOVITA nace con el apoyo de Fundación ACLO, llegando a mancomunar cuatro asociaciones de productores campesinos de municipios de Chuquisaca Centro, considerando el potencial productivo de los municipios de Alcalá, Sopachuy, El Villar y Tarvita.